4 Junio 2005 - Congost de Montrebei

Madrugón para llegar hasta Balaguer y de allí a Àger, donde dejamos el coche y empieza la aventura de un recorrido total de 58 km que hemos de realizar.


Àger, preparando el vestuario

Salimos de Àger, enseguida nos desviamos por la carretera que asciende de forma suave al Observatori del Parc Astronómic del Montsec; hasta este punto llega el asfalto.
A partir del observatori, el camino es de tierra, de polvo por mejor decir, debido al paso bastante frecuente de los coches que suben a los parapentistas a la cima, incluso a veces abusivo al pasar a alta velocidad.
Hay puntos que incluso quieren aparecer los abetos, pero el lado sur del Montsec es bastante seco.
Se llega a un replano final, en el cual ya se adivina encima el Coll d'Ares, de 1.534 m. de altitud aunque el Montsec d'Ares llega hasta 1.650 m.de altitud; en este punto la actividad de los parapentes es frenética.
 
 
Coll d'Ares (1.534 m.)

Vuelo libre
 
 
Después de un descanso para reponer fuerzas, descendemos hacia Alsamora por la vertiente norte.
Sorprende el cambio radical, aquí, al poco de iniciar el descenso, nace un precioso bosque de coníferas que nos acompañará hasta el llano final que nos conduce a la carretera asfaltada que viene desde las cercanías de Tremp.



Campos verdes, llegando a Alsamora







Abandonamos el interesante bosque y hasta Alsamora nos dejamos acompañar en ligero descenso por los verdes campos.
Finalmente aparece Alsamora, donde encontrar una fuente con agua parece misión imposible, es año de sequía.
Seguimos el camino que aún está en construcción y que lleva hasta el camping que hay a la entrada del Congost de Montrebei, junto al río Noguera Ribagorzana, río que realiza las funciones de frontera entre las comunidades de Catalunya y Aragón, o sea, entre Lleida y Huesca.
Acompañamos el río durante un trecho, quizás un kilómetro, durante el cual no hay nada notable, es un camino que se tapa cuando el río crece y se queda al descubierto cuando bajan pocas aguas; en uno de nuestros despistes habituales, al leer que hay dos caminos, uno inferior inundable y otro superior, decidimos ir por una enorme rampa que no lleva a ningún sitio, es un camino que voltea a unas cuevas y vuelve a enlzar con el principal.
Después de dar media vuelta y enlazar con el camino correcto, al final del mismo la silueta de las paredes del Congost se adivinan y dibujan un esbozo, la frontera queda trazada entre ambas paredes que son precipios.

 



Entrada al Congost, con el puente colgante












El Congost ya se divisa, pero queda antes que superar una dificultad, el río que desciende por nuestra izquierda debe juntarse con el Noguera Ribagorzana, así que para superarlo es necesario cruzar un puente colgante.

Al final del puente descansamos para reponer fuerzas, nos comemos unos bocadillos rápidamente y apenas sin descanso, estamos hábidos por iniciar nuestro recorredo por el Congost.
Y ahora sí, ya entramos en el Congost, las primeras vistas de su camino excavado en sus paredes impresiona, el vértigo se acelera, la adrenalina empieza a subir.
Como más vale una imagen que mil palabras, mejor mirar las fotos adjuntas.



Congost de Montrebe








No nos cansamos de realizar el recorrido por el Congost, repetimos fotos, repetimos vistas, repetimos comentarios, es un sitio impresionante donde el silencio lo rompe el aire que en él se encajona.
Quisieramos volver sobre nuestros pasos para recorrerlo de nuevo, poder de nuevo saborearlo, pero nos espera un duro camino hasta Àger, así que desde el final del Congost realizamos la última foto bajo una corriente de aire que zarandea las plantas e iniciamos un leve descenso hacia el río para enseguida encontrar un trialero camino que asciende y asciende.
Abandonar la belleza del Congost, sus misterios, su silencio, su apacible y fresca sombra para adentrarnos en el camino de duro ascenso, estrecho que apenas se deja ciclar, es como entrar en el infierno.
Ascendemos y ascendemos con la bicicleta a hombros, el camino es de excursionista y apenas hay un momento para ciclar, el desnivel se supera con escalones, y pronto el agua se nos acaba.
Después de dos horas bajo el abrasador sol y de subida continua con la bici a cuestas, un ligero replano nos permite subir en la bici justo unos metros antes de alcanzar el refugio de Mas Carlets,
Para completar el día no nos damos cuenta que la crema protectora de sol que nos vamos poniendo no es otra cosa que after sun, con lo cual parece que estemos ayudando a quemar más aún si cabe nuestra piel; ocho años después, y todavía aún, permanece en mi piel marcada la raya de las mangas de la camiseta.
Alcanzar el refugio es para nosotros un oasis, y más aún cuando vemos una manguera de agua con una ducha, nos parece todo un espejismo; pero no, la manguera es una realidad, la ducha funciona y sin saber si es agua potable o no nos metemos bajo el agua y bebemos hasta la saciedad, hay un momento que creemos que el pozo se va a vaciar de agua, no queremos salir de la ducha improvisada.
 

Ducha improvisada en Mas Carlets
Después de un descanso bajo la arboleda que rodea el refugio, iniciamos el último esfuerzo, debemos cruzar a la ladera contraria donde nos espera la ermita de La Pertusa.
El recorrido se hacer trialero y después de llanear para cruzar a la ladera opuesta, una vez alcanzada se inicia un vertiginoso descenso que a veces es hasta peligroso, todo ello con el emblase de Canyelles al fondo.
 
Embalse de Canyelles
Antes de alcanzar el fondo de la ladera, es visible la silueta que dibuja a contrasol la ermita, sobre unas rocas que parecen talladas en el horizonte.
Desde el fondo se debe cambiar de ladera por última vez y realizar de nuevo un ascenso, esta vez más breve aunque obliga a poner la bici en los hombros, ya con el cansancio que llevamos ni tan solo nos parece un esfuerzo.
 
 
Por fin el camino llanea, ya es posible divisar el aparcamiento de los coches que llegan para visitar la ermita de la Mare de Dèu de La Pertusa.
Desde el aparcamiento nace la carretera que lleva a Corçà y después a Àger, es un último tramo todo asfaltado pero terrible de superar por el cansancio, lo hacemos por inercia y por obligación.
Recorrido